El ciclo de vida de la garrapata es similar al de la mayoría de los insectos. Son parásitos que pueden encontrarse comúnmente en perros y gatos. Su principal alimento es la sangre y pueden transmitir enfermedades letales a las mascotas y a los humanos. A diferencia de lo que muchos creen, no son insectos, sino arácnidos.
En el mundo hay un total de novecientas variantes de este espécimen, siendo la más común la garrapata marrón. La época en la que más proliferan suele ser en otoño y primavera. Su longevidad depende mucho de las condiciones ambientales, llegando a extender su tiempo de vida a más de dos meses.
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Huevo y larva
Las garrapatas hembras pueden llegar a poner entre cuatro y siete mil huevecillos en zonas cercanas a donde habitan las mascotas, sobre todo en grietas o en sitios escondidos. Una vez que nacen las crías, buscan un huésped para alimentarse de su sangre por unos días, sea animal o humano.
Ninfa
Una vez alimentadas, el ciclo de vida de la garrapata continúa en el suelo, convirtiéndose así en ninfas. Inmediatamente, ubica otra fuente de alimento y, una vez satisfecha, la abandona para seguir su crecimiento.
Adulta
Esta es la etapa final del ciclo de vida de la garrapata. Alcanza un tamaño de entre tres a cuatro milímetros y ya se puede diferenciar al macho de la hembra.
El primero le dedica más tiempo a la reproducción, mientras que la segunda se aferra a un nuevo huésped y succiona su sangre hasta tener un centímetro de tamaño en solo una semana. Luego de eso, abandona al huésped, deposita sus huevos en el suelo y muere.
Las garrapatas son extremadamente dañinas, tanto para los animales como para los humanos.
Al chupar la sangre de varios huéspedes durante su vida, es transmisora de enfermedades como babesiosis, piroplasmosis, borreliosis, ehrlichiosis, hepatozoonosis y demás infecciones que pueden acabar con la vida de las mascotas.